Por un momento detengamonos a pensar en la cotidianidad de nuestras vidas, permitamonos observar “con ojos de extranos” los escenarios, personas y practicas en que a diario estamos inmersos. Si nos ubicamos en una urbe como Bogota es probable que muchas circunstancias nos llamen la atencion. Una de ellas puede ser la variedad de sujetos con los cuales coexistimos: la explosion de singularidad salta a la vista en cada paso. Unos los denominamos hombres y otras mujeres, unos son adultos, otros ninos y/o jovenes; pretendemos distinguirles por sus cuerpos, sus esteticas y/o sus comportamientos; sin embargo, a veces diferenciar no resulta facil. Nuestra cotidianidad esta plena de interculturalidad. Estamos lejanos de lo heterogeneo, nuestras diferencias hacen hoy parte esencial de lo que somos y expresamos. Las transformaciones sociopoliticas de la globalizacion, las tecnoculturas que el avance reciente de las tecnologias digitales han generado en occidente, la desaparicion de los macrodiscursos politicos que aglutinaron anos atras a naciones enteras, son entre otros, los aspectos que inciden en esta multiplicidad de sujetos que a diario transitan los escenarios sociales. Quizas las formas de narrarse, de sentirse y expresarse en las que mas se notan las transformaciones sociales que estan aconteciendo, son en las de los y las jovenes. Entonces, aproximarse a las subjetividades juveniles constituye una apuesta para rastrear la sociedad contemporanea misma. No es que “los jovenes tengan la exclusividad” (Garcia Canclini, 2004), todas y todos los ciudadanos del globo terraqueo asistimos a un cambio de epoca sin precedentes, pero probablemente las tendencias y tensiones que se estan generando se visibilizan fuertemente en quienes consideramos “nuevas generaciones”. He aqui entonces una justificacion de comprender los sentidos culturales que ellos y ellas tejen.