Jose, vendido por sus perfidos hermanos como vulgar mercancia, quedo en manos de los ismaelitas por 20 piezas de plata. Jose, revendido por los ismaelitas a Potifar, funcionario del faraon, fue a parar a Egipto. Jose, acosado por la ardorosa mujer de su amo, quedo expuesto a la extorsion y al chantaje. Jose, acusado por el candido Potifar de mancillar a su mujer, fue a parar derechito a la carcel. Jose, si no fuera porque realmente era inocente en medio de tantas retrecheras vicisitudes, bien hubiera podido pasar por politico colombiano en tiempos de referendo: vendido, revendido, acosado y acusado.