Primero fue él quien descubrió que la ladera oriental, frente a su casa, oficiaba de telón. Fue así como la encontramos allí pintada por la mano de Fredy Serna, con esa verticalidad en la que sus calles pendían hacia abajo y las casas y terrazas se aferraban formando casi una cuadrícula. Sus obras desde el comienzo dejaban traslucir unas pinceladas que develaban un paisaje inédito, magnífico, que ameritaban tener un impresionista propio.