En la sesión del 1 de octubre de 1878, de la recién fundada Academia Mexicana, de la cual sería su tercer director, don Joaquín García Icazbalceta pronunció un discurso en el que señalaba el compromiso que tenían los miembros de esa corporación de “emprender estudios parciales que algún día sirvan para escribir la Historia de la Literatura Mexicana”, y añadía que esa tarea sería imposible sin “hacer antes el profundo estudio de las obras que la forman”, esto es, sin contar previamente con un catálogo o biblioteca en el cual se hiciera referencia a sus autores y a los “tiempos y circunstancias” en que escribieron.