Aqui se explora un aspecto del terror ejercido por el gobierno trujillista en el contexto economico-politico del Estado dominicano. El escenario escogido para dramatizar la violacion de derechos humanos durante el genocidio de 1937 se establece narrativamente en tres novelas (El Masacre se pasa a pie, de Prestol Castillo, Massacre River, de Philoctete y The Farming of Bones, de Danticat), cuyos contextos exploran un detalle: la pronunciacion de la palabra “perejil” para distinguir entre un haitiano y un dominicano, precisamente en un espacio fronterizo donde establecer la identidad depende de como se pronuncia una lengua. Con la masacre de 1937 se destruye un mundo multietnico en aras del discurso de la homogeneidad racial, cultural, linguistica y religiosa dominicana con el proposito de consolidar la republica por los senderos de la “modernidad”.