Este ensayo se propone analizar críticamente la violencia social y política, que constituye una de las marcas fatales de nuestras sociedades latino americanas. Presentamos la hipótesis de que la violencia histórica de nuestras sociedades no es el resultado casual de voluntades individuales de dictadores, sino que adviene, en gran parte, de la lógica biopolítica moderna. La violencia estructural mantiene un potencial de auto-reproducción social alimentado por la potencia mimética de la violencia. Esa potencia mimética, a su vez, encuentra apoyos en las políticas de olvido que intentan negar la violencia histórica a través de actos institucionales de negación de la violencia. La negación política de la violencia contribuye para su recalque y perpetuación social. Por último, destacamos que el medio más eficiente para neutralizar el potencial mimético de la violencia es la potencia anamnética contenida en el testimonio de las víctimas. La memoria de las víctimas es condición necesaria para una justicia histórica y a su vez requisito imprescindible para neutralizar el potencial mimético de la violencia.