La reciprocidad se revela como un principio social fundamental cuando se evidencia su estructura dual. Por un lado, el don desvía el valor de las cosas hacia una pretensión de reconocimiento y estatus, con lo que crea un contramundo social; por otro, tales pretensiones, muchas veces defraudadas, contrastan con las relaciones objetivas y éstas son criticadas sobre el trasfondo de la reciprocidad pretendida. En las Confesiones de Rousseau, el sentido del agradecimiento de los personajes jóvenes y marginales les confiere dignidad y derecho a la crítica. Smith esboza un procedimiento de recontextualización afín al de las narraciones de Rousseau, pero en su teoría, el significado distinto que la reciprocidad da a los objetos y sujetos del intercambio tiene que descubrirse en un trasfondo social, como una realidad paralela.