A partir de Dada y Duchamp, el arte moderno ha puesto en cuestión la necesidad de que la belleza sea un componente esencial del arte. Por tanto, la estética, cuyo tema central es la belleza, ha de cederle el lugar a la filosofía del arte, desde cuya perspectiva la belleza se muestra como una de tantas posibilidades de la creación artística contemporánea.