Este artículo muestra, a partir de dos experiencias de descripción de tipos del siglo XIX, Los mexicanos pintados por sí mismos (1854) y el Museo de cuadros de costumbres (1866), cómo la literatura costumbrista debe ser tomada como interpretación de la historia, entendida no solo como una lectura del pasado, sino como la combinación, en el siglo XIX, del pasado con el futuro, es decir, de las experiencias con las expectativas. En las representaciones de tipos encontramos la mirada de los autores sobre el pasado y su herencia, reflejados en los personajes descritos como en las circunstancias de su existencia.