Este artículo apunta al papel formativo de la literatura en torno a los valores; con ese fin, toma distancia de las maneras tradicionales como se ha enseñado la literatura, insiste en el trabajo sobre el sentido, en la naturaleza simbólica e icónica de la literatura, y en el cultivo de tres tipos de valores principales: cognitivos, éticos y estéticos, con base en el desarrollo de lo analógico. A partir de allí, se propone que la literatura tiene una gran capacidad para subvertir los excesos lógicos del sistema educativo, lo que se justifica gracias al poder educativo del arte.