La crisis del paradigma retributivo que se ha venido dando desde mediados del siglo XX, para alcanzar una pronta y efectiva justicia, ha conducido a la emergencia de nuevas formas de impartirla, evidenciando la necesidad de contemplar a la victima y la reparacion como componentes centrales del proceso. No cabe duda de que el delito es mucho mas que una categoria de la dogmatica juridica; es ante todo un acto que produce un dano concreto en una persona, y que da lugar a distintas formas de victimizacion que amplian su efecto negativo en las personas y en la sociedad. Por ello, la postura etica de hoy nos impulsa a establecer otra forma de brindar justicia. Una justicia centrada en la victima y en la tarea de reparar el dano, mediante la participacion activa de la victima y del victimario. Una justicia que repare, que reuna y que convoque y no que separe, produzca venganza y perpetue la injusticia.